xUna publicidad del “Gilbert U-238 Atomic Energy Lab” lo presenta como “totalmente inofensivo” (siempre que no se abrieran las cápsulas que contenían los radiactivos). Meccano con su parafernalia de tuercas chapitas y poleas; Mis Ladrillos, con su infinita cantidad de diseños por descubrir, o los juegos de química que alentaban experimentos caseros inofensivos, son algunos clásicos que sembraron en las jóvenes mentes de los ´60/´70 el interés por la ingeniería, la bioquímica o la arquitectura.
xAlbert Gilbert se especializaba en juegos didácticos como el conocido “erector”, una suerte de Meccano que apuntaba a la construcción en acero que en su época se iba imponiendo.
¿Y qué pasó con los físicos o con los ingenieros nucleares? Parece imposible, pero hubo un juego para alentar esas vocaciones, aunque hasta hoy sigue siendo catalogado como el juguete «más peligroso de la historia». Se trataba del clásico juego para niños de aquellas épocas, que emula un pequeño laboratorio casero. El problema eran los componentes que contenía, a cada cual más peligroso.
En 1950, la AC Gilbert Company, en EEUU, lanzó un juguete de lo más peculiar: el Gilbert U-238 Atomic Energy Lab o Laboratorio de Energía Atómica de Gilbert. Estaban de moda los juegos de reacciones químicas, que aparentaban ser seguros, pero este juego en concreto iba un paso más allá: contenía componentes radioactivos reales.
El objetivo del juguete era que los niños hiciesen experimentos con reacciones nucleares utilizando material radioactivo. La idea de diseñar un juguete así fue de Alfred Carlton Gilbert (1884-1961).
Hay una película del año 2002 llamada «El hombre que salvó la Navidad», que trata sobre Gilbert y sobre cómo convenció al Consejo de Defensa Nacional de EEUU, durante la I Guerra Mundial, para continuar haciendo juguetes y no armas.
xEl “Gilbert U-238 Atomic Energy Lab”, el juego didáctico que traía componentes radioactivos en cápsulas de plomo para alentar “experimentos” en la década del ´50.
La caja que brillaba
Dentro de la caja del laboratorio atómico para niños había un electroscopio, un contador Geiger (que sirve para medir la radioactividad), un espectroscopio (para observar la interacción entre la radiación electromagnética y la materia), y una cámara de niebla (instrumento para detectar partículas con radiación ionizante).
Además, el kit contenía cuatro muestras de uranio natural (U-235) y cuatro minerales radioactivos: beta-alfa (Pb-210), beta pura (Ru-106), gamma (Zn-65) y polonio (Po-210), todos elementos que harían brillar la caja con los instrumentos de detección actuales, y ni hablar de pasar por un aeropuerto.
Aunque el nivel de radiación de todos los elementos era bastante bajo, la peligrosidad del juguete residía en que, si se rompían las cápsulas que contenían los elementos radioactivos, se liberaría la radiación, contaminando la zona.
Por suerte, este juguete solo se vendió durante un año, a un precio bastante alto, u$s 50 de la época. Además, dentro de la caja venía una nota que indicaba que el niño que descubriese nuevas fuentes de materiales radioactivos con el juego recibiría u$s 10.000 por parte del gobierno. Curiosamente, la Universidad de Columbia compró varios de estos juguetes para hacer sus propios estudios, tal vez por la ciencia, o por la recompensa, nunca se sabrá.
xLa película de 2002 “El hombre que salvó la Navidad” está basada en la vida de Gilbert dedicado a fabricar juegos didácticos muy demandados en su época.
El hombre que salvó la navidad
La película de 2002 novela la historia del creador del juego, A. C. Gilbert, propietario de una gran fábrica de juguetes, que en la cinta es persuadido para dejar esa línea y utilizar su factoría para crear armas para las tropas americanas que luchan en la I Guerra Mundial.
Este cambio radical en su profesión hace que Gilbert olvide el verdadero sentido de la Navidad y desatienda a su mujer y a su hijo. Sin embargo, con la insistencia de su familia y a raíz de enterarse de la caída en combate de su hermano, Gilbert y sus empleados deciden volver a fabricar muñecos y están dispuestos a llevar su decisión hasta el final, incluso frente a la Corte Suprema, si hace falta.
Huyendo de los lugares comunes de las producciones navideñas de tv, este filme apuesta por una bella fábula basada en la historia real del inventor de juguetes que diseñó su juego de laboratorio nuclear pensando en despertar en los niños vocaciones profesionales útiles para el futuro de EEUU. La película está protagonizada por Jason Alexander, muy conocido por su papel de George Costanza en la exitosa serie «Seinfeld».