xBelgrano y Talleres se miden en el Gigante de Alberdi. (Foto: Prensa Belgrano)
Una sensación inequívoca invadió el estadio cuando Fernando Rapallini dio el pitazo final: el punto le cayó un poco mejor a Belgrano que a Talleres. Es cierto que el Pirata dejó escapar la posibilidad de igualar a su acérrimo rival en la tabla de posiciones. Sin embargo, y por cómo se presentó el desarrollo del encuentro, la igualdad no tuvo una mala cotización para el local.
El equipo dirigido por Guillermo Farré comenzó arriba, pero terminó acorralado durante el segundo tiempo y logró sostenerse gracias a los reflejos de su arquero, Nahuel Losada, quien pareció agrandarse luego del penal que le atajó a Michael Santos en la primera etapa y tuvo tres atajadas fundamentales en el complemento: le contuvo un disparo a Sosa y le ahogó dos veces el grito a Nahuel Bustos, quien conitunó generando peligro luego de haber sellado el empate con un golazo de zurda.
Talleres, que buscaba arrimarse a la cima de la tabla de posiciones, dejó pasar la chance. El conjunto de Javier Gandolfi salió a calibrar el partido y en la primera mitad generó poco: además del tiro que falló Santos desde los 12 pasos, tuvo apenas un peligroso desborde de Valoyes. En el segundo tiempo, y ya en desventaja, la T salió con más determinación. Las modificaciones le salieron muy bien al entrenador y le cambiaron la cara al equipo: con los ingresos de Bustos y Pasquini mutó a un conjunto más picante e incisivo. El visitante se plantó con agresividad. Los laterales se soltaron, Talleres comenzó a ejercer presión en campo contrario, monopolizó el manejo de la pelota, administró los tiempos y los espacios y tuvo la profundidad que le había faltado en el arranque del encuentro.
A la T le faltó contundencia para llevarse los tres puntos. Fue enorme la tarea del arquero Losada, quien se convirtió en el héroe de la tarde al exhibir sus reflejos para evitar la caída de su equipo en los momentos en los que el Pirata estuvo acorralado. Talleres perdonó varias veces a un Belgrano que se vio forzado a achicar líneas hacia atrás como consecuencia del empuje de su adversario. De esta forma, su única esperanza fue intentar apostar a alguna acción de pelota parrada o a contragolpes que nunca llegaron ya que el Pirata no encontró la forma de salir del asedio de su adversario ni de superar las líneas de presión.
El que dominó, el que impuso las condiciones del juego, el dueño del partido fue Talleres. La estrategia de Belgrano estuvo condicionada por la superioridad de un adversario que logró hacer prevalecer su juego durante todo el segundo tiempo, pero que pagó un precio alto por perdonar, un acto que en el fútbol es un pecado capital. Fue empate. Y la pelea por la Liga quedó un poco más lejor para la T.
Fuente: Olé.