El abogado Walter Suligoy se involucró como profesional en muchas causas penales vinculadas con casos de violencia de género. Ahora le toca vivir en carne propia una situación de esa índole. Desde hace tres años formó pareja con una mujer cuyo ex marido no asume el final de la relación y –según las denuncias formuladas contra él- desde entonces amenaza y agrede a ambos y a su entorno.
«Lo que no puedo entender es cómo, en este caso, teniendo todas las herramientas y conocimientos, llevo tres años y medio sin poder resolver esta situación por las vías institucionales», marcó Suligoy en una entrevista concedida a NORTE (se puede acceder a la versión audiovisual haciendo click aquí). Es que la justicia hasta ahora jamás había actuado a fondo en el caso. Recién ahora, a partir de una nota publicada por este diario días atrás, ese hombre fue detenido. Sin embargo, por las leyes vigentes, es seguro que en pocos días más volverá a estar en la calle.
UNA PESADILLA
«Hago público esto porque necesito ayuda de la sociedad. Desde el primer momento en que inicié la relación con mi pareja, este señor me amenazó. La primera vez que me vio hablando con ella me rompió el auto, en el año 2020. Esta persona nunca aceptó que esa relación había terminado», contó.
Allí comenzaron las denuncias de Suligoy por agresiones y amenazas de muerte. «Hubo todo tipo de hostigamiento durante estos años», mencionó. Las acciones penales, en cambio, no avanzaron, en lo atinente a los daños y las agresiones.
xWalter Suligoy, abogado de Resistencia. «Estas personas son peligrosas porque sienten que no tienen nada que perder».»Hay cuatro denuncias contra él en la Fiscalía 4 y una en la Fiscalía 9, de violencia de género. En un Juzgado de Familia se dictó una restricción de acercamiento. Hay además otra denuncia por desobediencia judicial, porque él nunca dejó de ir a la casa de ella a hostigarla y molestarla. A mí me amenazaba en la vía pública. Yo no prestaba atención, hacía oídos sordos a sus amenazas», recuerda.
Pero las cosas no mejoraron. En una ocasión el sujeto los persiguió a ambos en su vehículo. «Iba acompañado de su hijo de siete años, nos persiguió por calles de Fontana tirándonos el vehículo encima», cita Suligoy. El denunciado es Juan Domingo Retamozo, un chofer de la empresa de colectivos ERSA.
El pasado sábado 29 de abril, el hombre vuelve a interceptar en la calle al vehículo de Suligoy, y lo persiguió durante varias cuadras, hasta que en un semáforo la mujer le grita que la deje en paz. Se marchó, pero esa misma noche, a las 5 de la madrugada, la pareja sintió un estruendo fuera de la casa que habitan. «Vi que él se había bajado de su auto y había arrojado una piedra contra mi auto, destrozando la luneta trasera», dice el abogado.
Suligoy decidió entonces hacer pública la situación por la falta de respuestas de la justicia penal, que nunca había detenido al hombre denunciado. NORTE se hizo eco del caso y se produjo la detención de esa persona.
«TEMEMOS UNA TRAGEDIA»
«Agradezco a la policía de Investigaciones y a la fiscal Ingrid Wener, que tomó cartas en el asunto. Esta persona está detenida, pero tememos por una tragedia, porque esta persona no tiene nada que ver. Son psicópatas, narcisistas. A mí todo el tiempo me amenazaba por teléfono, por mensajes de texto, personalmente. Es imparable esta persona, es un peligro. Yo tengo miedo de que ocurra una tragedia», expresó.
«A la mujer le dijo que él no me iba a matar, sino que iba a mandar a otro a matarme. En una oportunidad presenté en la Fiscalía 4 una foto que era una captura de pantalla que ella hizo de una videollamada en la que él le mostró dos cuchillos. Yo presenté eso a la fiscalía y me desestimó esa prueba. Y en reiteradas oportunidades fue a la casa, la agresió físicamente y psicológicamente. Ella está devastada», planteó.
Suligoy dijo que «en dos oportunidades la policía fue cuando él había agredido a toda la familia. Y la policía dijo que como él ya no estaba, no podían hacer nada a menos que tuviéramos una foto. Las dos restricciones que tiene, yo tuve que ir en reiteradas oportunidades a la fiscalía para que notificaran a la comisaría de Fontana, porque no la notificaban. Él además evade las medidas. Estos psicópatas piensan todo el tiempo cómo hacer las cosas».
Cuando ocurrió el ataque de días atrás, «llamé a la policía y me dijo que ellos no iban a ver mi auto y la escena, sino que yo tenía que hacer fotos y llevarlas, porque eso era lo mismo. No es así. Nosotros lo vimos a él (después del daño al vehículo en el lugar). Ahora tenemos que ver cómo avanza la causa».
«Mi pareja me dice: él hace lo que quiere, la policía no hace nada, la justicia no hace nada, amenaza a toda la familia. Por eso me expongo como profesional, yo quiero que se haga justicia y la sociedad vea lo que está pasando. Y lo difícil que es esto. No queremos que ocurra una tragedia», añadió.
Como abogado, Suligoy analizó que su caso, el de un profesional que tiene en teoría todas las herramientas para combatir una situación de esta índole a través de las instituciones, marca el nivel de indefensión de la comunidad, porque seguramente es mucho más difícil hallar respuestas por parte de personas que carecen de tantos recursos legales.
Además, dijo que la peligrosidad de agresores como el de este caso «es que estas personas sienten que no tienen nada que perder, se sienten dueños de las personas, creen que ellos son la ley».
En cuanto a la actitud de los estamentos que no brindan protección, dijo que «lamentablemente la justicia es reactiva, solamente reacciona cuando ya se produjo el hecho. Están los casos de Quitilipi el 8 de marzo y otro en Resistencia hace dos semanas: cuando el tipo siente que no tiene nada que perder mata a la mujer, mata a un hijo, y después se mata él. ¿Y después qué hacemos?»
En lo social, dijo que «pensábamos que con la lucha contra la violencia de género esto iba a ir pasando, pero todavía hay mucho por hacer. Yo agradezco a la fiscal y agradezco a NORTE».
UN CAMBIO DE VIDA
Suligoy habló también de la manera en que estas situaciones cambia la vida de las víctimas y sus entornos. «Hay que cambiar de número de teléfono, hay que cambiar el recorrido habitual que uno hace el transitar por la ciudad, a veces hay que cambiar de casa», marcó.
Desde su experiencia personal, dice que se sufre «angustia todo el tiempo. No se puede dormir, no se tiene hambre, no se come casi, se piensa todo el tiempo. Yo no tengo miedo, pero veo el deterioro psíquico de la víctima. Golpean la puerta y tiembla de miedo. Toda la familia está amenazada, los amigos. Todo el mundo está angustiado por esto. La madre (de su pareja) me llamaba por las noches preguntándome por ella, preocupada, porque sabés que esta persona en cualquier momento de cometer un tragedia».
«A esto -dijo- lo viven muchas víctimas. Yo no voy a retroceder, hay que seguir adelante. Lo que no puedo entender es cómo una sola persona moviliza a todo un entorno. Moviliza a la justicia, no podemos vivir nosotros en paz, y todo por una sola persona».